Hace algunas semanas, la opinión pública de las islas se vio sorprendida ante la información vertida en el periódico Diario de Avisos por el profesor de EGB Enrique Vivancos Sola que afirmaba: (…) la Virgen de Candelaria llegó de Gran Canaria no es una hipótesis, es un hecho que se basa en documentos escritos por historiadores en 1697.
Como conocedor de este tema, la aparición de la Virgen de la Candela, me ha resultado sorprendente esta afirmación tan categórica que hasta hoy nunca había visto en los muchos textos que sobre este tema conozco, escritos por historiadores de primer orden, por una simple razón, la historia de Canarias de los primeros momentos de la conquista es una gran nebulosa sobre la que existen muchas teorías pero pocas certezas. En mi libro El último legado de los Templarios, emito hipótesis sobre como pudo ocurrir la aparición de esta santa imagen, porque no existen más datos a este respecto que los pocos que tenemos pero, en ningún momento me he atrevido a hacer una afirmación tan temeraria, a pesar de que mis presunciones pudieran aproximarse mucho a lo que pudo acontecer en realidad, como ocurre con otras tantas conjeturas publicadas.
En relación a la aparición de la Virgen de Candelaria, el primer texto que hace expresa referencia a esa aparición es el libro del monje agustino Fray Alonso de Espinosa que comenzó a prestar servicios en el convento de Candelaria a partir del año 1579, a los 83 años de la conquista de la isla, apareciendo impreso en Sevilla su libro Historia de Nuestra Señora de Candelaria en el año 1594, el cual se refiere al advenimiento de esa Virgen, aparte de otras noticias. Es digno de mención indicar que está generalmente aceptado que las obras de Fray Alonso, Fray Juan de Abreu y Galindo y Leonardo Torriani, son las únicas fuentes existentes sobre el modo de vida y costumbres de los guanches.
Cuando los castellanos incorporaron la Isla de Tenerife a la Corona de Castilla, se encuentran a la Virgen de Candelaria que ya era adorada por los guanches en la cueva de Achvinico (Candelaria) desde tiempo inestimado y así se deriva de lo escrito por Fray Alonso en su libro publicado, como se afirmó, en el año 1594, por lo tanto, no se entiende que historiadores posteriores del año 1697, puedan contradecir noticias de tanta relevancia redactadas con anterioridad.
El Sr. Vivancos afirma que la imagen fue traída por los eremitas franciscanos, negando lo que antes afirmó Fray Alonso, lo cual, a priori y, a falta de ver sus argumentaciones, me parece arriesgado. No entiendo porque dice: (…) la procedencia del mascarón de un barco es una majadería. Por lo que sabemos de general aceptación, la Virgen de Candelaria fue una imagen templaria de extraordinaria belleza, por lo tanto, no se adivina como la santa imagen pudo ser mascarón de proa de un barco.
Continúa el artículo periodístico diciendo que: (…) se apunta a la opinión generalizada de que la auténtica talla de la Virgen desapareció en 1826 como consecuencia de un gran temporal que también se llevó el convento. No se trata de una opinión generalizada sino una certeza, descrita por el clérigo José Rodríguez Moure (1855-1936), en su libro Historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de La Candelaria, el cual recoge expresamente ese luctuoso hecho de la desaparición de la Virgen, llevada al mar por una fuerte barranquera la noche del 7 de noviembre de 1826, pero no hay constancia de que se llevase el convento en su integridad.
Otro error de bulto, a mi juicio, del Sr. Vivancos es afirmar que: la talla de Adeje es gemela, probablemente contemporánea (…) y que se encuentra custodiada en el Ayuntamiento de Adeje (…). En primer lugar, sobre la figura de Adeje de la Virgen de Candelaria hay muchas teorías, pero está generalizado entre los estudiosos que se diferencia claramente de la de Candelaria en que ésta es de estilo gótico, probablemente templaria (aunque no es una virgen negra) de la cual se ignora su fecha de talla, mientras que la de Adeje es de estilo renacentista y no puede ser contemporánea porque fue esculpida en el Siglo XVII, custodiándose habitualmente en la iglesia de Santa Ursula, aunque desconozco si accidentalmente está depositada en el Ayuntamiento.
El señor Vivancos niega la existencia de Antón Guanche porque no es citado en las Actas del Bufadero o de Párraga (notario en las Actas del Bufadero, documento anterior a la conquista (1464), cuya intencionalidad no está clara) o las Pesquisas de Cabitos, otro documento anterior a la conquista de Tenerife (1476), encargado por los Reyes Catolicos sobre la propiedad de las Islas Canarias que quedaban por conquistar. Por lo tanto, no entiendo cómo se puede negar un hecho presuntamente confirmado in situ después de la conquista, porque no aparece en documentos anteriores a la ocupación de la isla.
Lamentablemente, la conquista de Canarias y lo que ocurrió inmediatamente antes y después es una incógnita, ya que se sabe poco de ella por varias razones, la principal, los aborígenes desconocían la escritura por lo que nada pudieron plasmar sobre ellos y sobre sus antecedentes. Por otro lado, los conquistadores no se molestaron en poner por escrito lo ocurrido en los primeros años de invasión, tal vez por vergüenza ya que, este tiempo lo ocuparon en esclavizar a la mayoría de los inocentes habitantes primigenios del archipiélago hasta su casi exterminio, por ello, no hay opiniones fidedignas escritas en esa etapa que transcurrió desde la ocupación hasta el libro de Fray Alonso, quien primero dio cuenta de la existencia y costumbres de los guanches en Tenerife, el cual contiene errores y suposiciones arriesgadas porque no fue testigo de lo que cuenta en su libro que, además contiene explicaciones enigmáticas poco convincentes, como ocurre con las manifestaciones que he comentado, a mi juicio aventuradas, vertidas por el Sr. Vivancos.
Manuel Dóniz García
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