Un día como el de hoy, 17 de noviembre del año 1869, tuvo lugar la inauguración de unas obras que cambiaron el curso de la historia de las naciones europeas con intereses en el Sudeste Asiático, porque, en ese día se inauguraron las obras del Canal de Suez, en Egipto.
Por fin se había logrado el sueño de los faraones, conectar el Mar Mediterráneo con el Océano Indico a través del Mar Rojo y, desde allí, acceder con los mares Australes y las naciones del Sur y Este de Asia. Con ello, el Mar Mediterráneo no era un lugar sin salida y unía las aguas que recibía del Océano Atlántico con las del Indico
Las obras tuvieron comienzo el 10 de abril de 1859 y, para posibilitarlas, el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps convenció al virrey de Egipto Said Pasha de la conveniencia de afrontar la construcción del Canal. Para promoverla se creó la compañía privada Universal Suez Ship Canal Company que consiguió la firma de unos derechos de explotación sobre el Canal de 99 años. Desde el principio inversores británicos se interesaron por esta construcción que evitaría a sus barcos mercantes contonear el continente africano para ir y venir a sus colonias en la Península Indostánica, Australia y China, lo que les llevó a suscribir un sustancioso paquete de acciones.
La injusticia fue que, comenzadas las obras, el gobierno egipcio movilizó obligatoriamente a cientos de miles humildes campesinos (llamados Fellahs) para que trabajaran en la excavación y movimiento de tierras por sueldos de miseria. Como no existía maquinaria pesada, todo tenía que hacerse a mano, en un clima cálido malsano propicio para la propagación de enfermedades. Se calcula que hubieron aproximadamente más de ciento veinticinco mil muertes. Años después, el trabajo se adelantó cuando la industria desarrolló dragas de cangilones, maquinaria pesada de excavación. Estas máquinas, desarrolladas a partir de la draga de fondos marinos inventada por Oliver Evans en Estados Unidos, marcaron un hito en la historia de la tecnología, porque su rendimiento, único en la época, posibilitó excavar cincuenta millones de metros cúbicos de los setenta y cinco previstos para finalizar la obra.
El 17 de febrero de 1867, el primer barco atravesó el Canal, aunque se inauguró posteriormente en la fecha señalada al comenzó de este relato.
En 1875, el Pacha de Egipto, para pagar la deuda externa de su país, puso a la venta la parte que le correspondía de las acciones del Canal. En este momento, el sagaz primer ministro Benjamín Disraeli, convenció a la reina Victoria de la conveniencia comprarlas para controlar la nueva ruta hacia la rica colonia de la India. El gobierno británico no tenía dinero suficiente, pero consiguió un empréstito en la Casa Bancaria Rothschild de Inglaterra y suscribió las acciones, asegurándose el dominio en la recientemente abierta vía transoceánica.
El tratado de Constantinopla de 1888, consiguió la libre navegación internacional por aguas del canal, declarando además que el mismo se hallaba bajo protección británica.
Por un lado, España ganó con el Canal para que sus barcos se dirigieran a las Islas Filipinas hasta el año 1898 que las perdió, pero las Islas Canarias perdieron una parte sustancial del tráfico marítimo que ya no necesitaba bordear África para dirigirse a sus destinos asiáticos.
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