A LOS 25 AÑOS DE MUERTO, RESUCITÓ
(Relato ambientado en el año 2000)
Aunque este cuento se separa de la línea literaria de esta obra, no he podido sustraerme a la tentación de incluirlo, aunque hace algún tiempo que lo colgué en Internet por sus valores didácticos a la ciudadanía en épocas de elecciones. Dice este relato:
Un buen día. En la basílica situada en la zona de Cuelgamuros, en el Guadarrama madrileño, lugar mal llamado como “Valle de los Caídos”, a altas horas de la madrugada, se escuchó un ruido como de piedras rodando sobre si mismas, como si fuera una lápida deslizándose de su sitio original.
El vigilante nocturno del templo acude en tropel, alarmado por el ruido.
Al aproximarse a la tumba de Su Excelencia, la encuentra con la lapida movida de su lugar, por lo que esta está abierta mientras el vello se le eriza al contemplar la escuálida figura de Franco sentada en el primer banco del templo, sacudiéndose de encima las telarañas y el polvo depositadas sobre su persona durante más de 25 años de permanencia en la fosa.
Tembloroso y asustado, el vigilante se presenta ante la tétrica figura y, cuadrándose militarmente, se lleva la mano derecha extendida al hombro izquierdo porque estaba armado, aunque sólo fuera de una escoba, y le da novedades a la momia vestida de capitán general que tiene delante, no en balde había pertenecido a la llamada “Guardia de Franco” y la Organización Juvenil Española de Falange conocida como OJE.
-“A las ordenes de usted, mi excelencia, sin novedad en la Basílica”.
El Franco resucitado, con un gesto de fastidio, manda descanso al vigilante y se dirige a el en estos imperiosos términos, con la cascada vocecilla que todavía muchos recuerdan por oírla todos los domingos en el NO–DO, o por sus soporíficas disertaciones en el llamado “mensaje de Navidad”:
-“Déjese de pamplinas e infórmeme rápidamente de quien gobierna España”.
El vigilante, con las rodillas entrechocándoseles por el miedo, le contestó a la momia vestida de kaki, con el pecho cubierto de medallas y provisto de un oxidado sable, lo siguiente:
-“Yo no estoy muy bien informado, pero el presidente de España ahora es el Sr. Aznar”.
Contesto el espectro de Franco muy contento:
“Magnífico, mi querido amigo Manuel Aznar Zubigaray, estupendo periodista, diplomático y escritor del libro “La historia militar de la guerra de España”. Su hijo Manuel Aznar Acedo fue falangista, oficial del Batallón de Propaganda durante la Guerra de Liberación y director de Radio Nacional.
Replicó el vigilante:
-“No su excelencia, no es ese señor, es nieto del primero e hijo del segundo”.
Continuó con su interrogatorio la escuálida momia de Franco:
-“¿Y quien es el portavoz del gobierno?”.
Añadió el vigilante:
-“El Señor Pío Cabanillas”.
Asintió franco entusiasmado mientras se frotaba sus esqueléticas manos:
-“Estupendo, mi ministro de información Don Pío Cabanillas Gallas, magnífico muchacho”.
-“Lamento contradecirlo su Excelencia, no es ese señor, sino que es su hijo”, indicó el vigilante que cada vez se ponía más nervioso.
-“¿Y quien es nuestro embajador en Marruecos?”. Preguntó ansiosamente el Franco resucitado.
-“El Señor Arias Salgado”, añadió trémulo el vigilante,
-“Muy buena elección, mi fiel ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, un buen ministro del Movimiento”.
-“Lo siento Excelencia, no es él, sino que es su hijo”.
-“¿Y como están las relaciones con el querido estado de Marruecos, que estaba tan levantisco contra España cuando me morí?”.
-“Fatal, mi Excelencia, ahora no hacen sino mandarnos pateras llenas de moros y negros para fastidiarnos y se atrevieron a invadir la isla de Perejil, aunque por poco tiempo. De la relación con esos demonios se encarga el Señor Fernández Miranda”.
-“Magnífica elección, Torcuato es el hombre indicado para meter en cintura a los moros”, añadió Franco con gran satisfacción.
-“No no, con todos los respetos, se vuelve usted a equivocar, porque no es ese señor que Usia dice, sino que es su hijo Enrique”, aclaró el despavorido vigilante.
-“Y como van las cosas por el Norte de España, siempre tan puñetero”, inquirió el Caudillo.
-“Ahora son comunidades autónomas, tal como Vd. recomendó en su Testamento Político, y el encargado de estas relaciones es don Jesús Posada”.
-“¡Hombre, que fiel es mi buen gobernador de Soria, Jesús Posada Cacho!”.
-“Lo siento mi Excelencia, muy a mi pesar tengo que volver a sacarle de su error, al que me refiero es al hijo de ese señor al que Vd ha nombrado”.
-“Y a quien tenemos de los nuestros formando parte del gobierno de las Vascongadas”, vuelve a interrogar el Franco momificado, pero tan exigente y puñetero como siempre.
-“El Señor Oreja es el representante del partido del gobierno en el País Vasco”.
“Fantástico, mi fiel Marcelino Oreja Aguirre”, responde emocionado Franco.
-“No, no, no, es su sobrino” contesta amoscado el vigilante.
-“¿Y quien lleva los asuntos de justicia?”, pregunta de nuevo Franco.
-“Después de los últimos cambios no se, pero antes estaba alguien que se apellidaba Mariscal de Gante”, añadió con resignación el vigilante.
-“¿Hombre, estupendo, mi director del Régimen Jurídico de Prensa, Jaime Mariscal de Gante”, añadió con alegría la aparición de Franco.
-“No. mi Excelencia, no es ese que Vd. dice sino que es su hija Margarita”, contestó el vigilante, que ya estaba nervioso perdido con el examen y temblando por si la momia le preguntaba algo que no supiera contestarle.
-“Y en el Ayuntamiento de Madrid, quien manda”.
-“Un medio rebelde que mantiene buenas relaciones con las izquierdas llamado Sr, Ruiz Gallardón”.
-“¿Como va a ser amigo de las izquierdas mi buen Secretario General del Movimiento, Rafael Ruíz Gallardón!, hijo de mi querido ministro portavoz Victor Ruiz Albéniz”, se extraño indignado Franco.
-“No es ese que Vd dice, mi Excelencia, sino su hijo y nieto Alberto Ruiz Gallardón”.
-“Y en mi tierra de Galicia, dígame por favor, quien manda allí”,
-“Fraga, contestó el vigilante con su paciencia totalmente agotada”,
-“¿El nieto?”, preguntó ansioso Franco.
-“No, el de siempre”, contestó el vigilante exhausto.
-“Y que, se acuerda la gente de mi”, vuelve a preguntar incansable el espectro de Franco.
-“Vaya que si se acuerdan de usted, la fundación que lleva su nombre y que preside su hija Carmencita, según parece, es quien mejores subvenciones recibe del gobierno”, volvió a informar el vigilante.
-“Muy bien, muy bien, que contento estoy, todavía sigo gobernando a pesar de haber muerto hace ventitantos años. Con razón dije que todo quedaba atado ¡y bien atado!.
A continuación volvió a oírse el ruido de la lápida que volvía a su posición original. Franco volvía de nuevo a su tumba, satisfecho y lanzando carcajadas de alegría mientras pronunciaban estas palabras:
-“Soy el mejor gobernante de la historia, ja, ja, ja. Soy como el Cid Campeador, sigo mandando después de muerto. Que se fastidien los rojos que maté en la guerra y con la llegada de la paz encarcelé, obligue a exilarse o fusilé. Nadie se acuerda de ellos (y esto es casi cierto)”.
COMENTARIO AL HILO DE ESTE RELATO
No estaría mal tener en cuenta este relato pseudo-esotérico en lo sucesivo par ver a quien vamos a dar nuestro voto.
Manuel Dóniz García.
El ataúd que contiene los restos mortales de Franco avanza a hombros de miembros de la Guardia del Interior, en dirección a la llamada Basílica del Valle de los Caídos, donde recibirá la sepultura de la que resucitó 25 años después, según el relato de ficción que acaba de leer el lector.
(Fotografía procedente del archivo del autor)
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