Publicado en la Revista “Resonancia” del Hospital Universitario de Canarias en el mes de abril de 2002
El laboratorio del Dr. Juan Negrín López fue la escuela de un brillante grupo de investigadores. Allí diseñó aparatos para el tratamiento de problemas físicos que se investigaron, fabricaron y comercializaron en Europa bajo patentes españolas.
Juan Negrín López nace en Las Palmas de Gran Canaria en el año 1891. Dotado de una inteligencia extraordinaria y concluidos los estudios de bachillerato en su ciudad natal, partió para Alemania con la finalidad de estudiar medicina, carrera que realiza con brillantez en la Universidad Sajona de Leipizg, la más antigua y prestigiosa de Europa donde obtuvo la licenciatura, el doctorado y el titulo de “habilitation” que lo habilitaba como profesor universitario. En 1916, con 24 años, inició su vida docente en España como ayudante interino de la cátedra de Fisiología de la Universidad Central de Madrid, siendo contratado por recomendación del Dr. Santiago Ramón y Cajal, ilustre catedrático de Histología y Premio Nobel de Medicina. Seis años después, en 1922, obtuvo por aclamación del tribunal, la Cátedra en Fisiología. Enteramente dedicado a la docencia y la investigación, el Dr. Negrín pronto destacó como un joven valor de la de la medicina española y llegó a publicar sus investigaciones en Alemania, lo cual le granjeó gran prestigio en Europa.
Su laboratorio de Fisiología fue la escuela de un brillante grupo de investigadores, cuya obra llega a nuestros días. El Dr. Negrín acogía a cuantos alumnos canarios llegaban a su Universidad, reclutando a su paisano José Domingo Hernández Guerra, el cual llegó a renunciar a la cátedra de Fisiología de la Universidad de Salamanca, ganada por él en 1926, para poder seguir investigando junto a su maestro. Podemos decir que el método investigador del Dr. Negrín, se basaba en técnicas de estudio desarrolladas y aprendidas en laboratorios alemanes, a la cabeza de la ciencia mundial en aquella época. Era partidario de la colaboración interdisciplinar y de la formación constante de sus ayudantes, para los que conseguía becas de estudio en los más prestigiosos laboratorios europeos. Allí trabajaron con científicos que eran o serían Premios Nobel. Incondicional del estudio como forma eficiente de aprendizaje, llegó a reunir una gran biblioteca, en la que muchos de sus títulos eran de investigadores internacionales que fueron adquiridos por él a precio de saldo en la Alemania derrotada después de la I Guerra Mundial. El ingenio del Dr. Negrín fue tal que llegó a diseñar aparatos para resolver problemas fisiológicos, algunos de los cuales llegaron a fabricarse y comercializarse en el extranjero bajo patente española.
Pero el Dr. Negrín no fue una persona ajena a los lamentables acontecimientos de la época en la que le tocó en suerte vivir, por ello, en 1929 se incorporó a la izquierda moderada como muchos otros intelectuales y, una vez proclamada la II República Española, simultaneó su trabajo científico con la actividad política, siendo diputado a cortes por Las Palmas y Madrid. Consciente de los peligros que a acechaban a la joven República Española y comprometido con la realidad de su tiempo, en 1934 pidió la excedencia en la Universidad y se dedicó a la política activa. Una vez producida la rebelión de los militares contra el legítimo gobierno de la República, el Dr. Negrín fue nombrado ministro de Hacienda, ocupando in extremis la presidencia de la República en marzo de 1939, cuando la guerra estaba irremisiblemente perdida, por lo que tuvo que tomar el camino del exilio meses después. La barbarie desatada por el general Franco y sus aláteres, truncó la vida científica del Dr. Negrín, el que con toda probabilidad hubiera podido lograr el segundo Premio Nobel de Medicina para España, premio obtenido por uno de sus mejores discípulos, el Dr. Severo Ochoa de Albornoz en 1959, pero que correspondió a los Estados Unidos de América, donde estaba exilado.
Manuel Dóniz García
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