ALBERT SCHAZ, DESCUBRIDOR DE LA ESTREPTOMICINA HACE 73 AÑOS
La tuberculosis es una enfermedad provocada por el Mycobacterium Tuberculosis o Bacilo de Koch, llamada así por haberlo descubierto el Doctor Robert Coch en el año 1882. Esta enfermedad se contagia por las vías aéreas cuando los afectados expulsan al aire los bacilos que la producen, al respirar o toser.
Un gran avance de la medicina en su lucha contra las infecciones, fue el descubrimiento de la penicilina, obtenida sobre los estudios del insigne médico Alexandert Fleming sobre el hongo Penicillum Notatum y cuyo principio activo fue descubierto en 1939 por los doctores Howard Walter Florey y Erns Boris Chain (los tres descubridores merecieron compartir el Premio Nobel de Medicina de 1945) pero, este antibiótico, no funcionaba cuando era aplicado a los enfermos de tuberculosis, porque actuaba principalmente en el interior de las células y era necesario un antibiótico que eliminara los microorganismos que se radicaban en el exterior de ellas, como era el Mycobacterium Tuberculosis.
La tuberculosis es una vieja enfermedad, pero que tuvo una gran incidencia en el mundo occidental desde la segunda mitad del Siglo XIX y primera mitad del XX con una gran número de afectados y una morbilidad importante, por ello, era necesario descubrir un antibiótico con el espectro necesario para combatirla.
Un estudiante de postgrado llamado Albert Schatz, cursaba su doctorado en la Universidad de Rutger de New Jersey bajo la tutoría del Dr. Selman A Waksman. Trabajaba en muy duras condiciones en el sótano de la Universidad, perteneciente al Departamento de Microbiología. Se le había impuesto un tema para la realización de su tesis doctoral bastante comprometido, el estudio de las actinobacterias, que viven en los suelos y tienen un papel importante en la descomposición de la materia orgánica. Muchos de esos microorganismos producen sustancias bactericidas, una de las principales, la Actinomicina, un antibiótico aislado precisamente por su tutor, el Doctor Waksman en 1940.
Tuvo que interrumpir su postgrado porque fue movilizado militarmente siendo enviado a un laboratorio de las Fuerzas Armadas en Miami, donde tomó contacto con la muerte causada por graves infecciones, entre ellas, la tuberculosis. Sufrió problemas de salud y a los cinco meses de movilizado, fue declarado no apto para el servicio, por lo que regresó a la universidad para terminar su postgrado, con la firme determinación de hallar un antibiótico que curase la tuberculosis y otras infecciones que no cedían con el tratamiento con penicilina o sulfonamidas.
El joven investigador vuelve a su sótano, donde nunca su trabajo fue supervisado ni fue tan siquiera visitado por su tutor, el nombrado doctor Waskman, porque éste tenía miedo a contagiarse con las virulentas cepas de Mycobacterium tuberculosis que crecían en cápsulas de Petri, que su alumno tenía que manejar, para tratarlas con sustancias bactericidas para comprobar si alguna era capaz de inhibir su crecimiento.
En agosto de 1943, Schatz trabajaba con dos cepas bacterianas de Strepotomyces griseus, una extraída del suelo y otra hallada en un pollo. El 19 de octubre de 1943 (hace ya 73 años) , durante la realización de su experimento número 11, se dio cuenta de que había conseguido un nuevo antibiótico logrado a partir de las cepas bacterianas que últimamente estaba estudiando. Mientras Schatz seguía trabajando en el sótano para terminar su tesis, Waskmann, enterado del descubrimiento de su alumno mandó a probar la Streptomicina con animales y con personas en la prestigiosa Clínica Mayo en la ciudad de Rochester (Estado de Minesota).
Visto el éxito del descubrimiento, se dedicó a visitar hospitales y a dar conferencias por el mundo entero sobre el nuevo descubrimiento que maliciosamente se atribuyó, silenciando los ímprobos trabajos que su alumno pasó para conseguirlo, entre ellos, el peligro de infección que tuvo que soportar. El mérito del descubrimiento era grande ya que, gracias a él la ciencia tuvo una herramienta muy útil para acabar con la epidemia de la tuberculosis, enfermedad muy temida por su dolorosa evolución y por acarrear, finalmente, la muerte de los que la padecían.
Cuando Schatz fue consciente de lo que ocurría, que había sido desposeído totalmente de su descubrimiento por parte de su tutor que no sólo no había trabajado en absoluto en él, sino que incluso rehuyó visitar su laboratorio por miedo a infectarse, pero que no le hacía ascos a los royalties que cobraba indebidamente por una patente que no le pertenecía, inició una demanda judicial contra Waksman y la Universidad de Rutger, por sus derechos usurpados.
Este suceso trajo mala imagen pública para la Universidad donde, se habían desposeído los derechos de un investigador, lo cual trajo malas consecuencias de futuro para la carrera de Albert Schatz. Para no ampliar el escándalo con un largo y costoso proceso judicial, se llegó a un acuerdo en el que se reconocía su co-autoría en el descubrimiento, y decidieron pagarle sus derechos de autor, pero el daño estaba hecho, ningún investigador quiso trabajar con él y el escándalo que supuso demandar a su alma mater, impidió que consiguiera trabajo en los Estados Unidos.
En los años 60 emigró a Chile donde consiguió trabajo de profesor en una Universidad.
Para mayor injusticia, en 1952 le otorgan el Premio Nobel de Medicina a Waksman por el descubrimiento de la estreptomicina, según la injusta e inveraz nota que acompañaba al premio “… supo descubrir un antibiótico que salvó muchas vidas en el mundo”. Schatz protestó, pero su reclamación no fue escuchada por el comité que otorga los Nobel. Por otro lado, el profesor Waksman fue tan mezquino que ni lo nombró en su discurso de aceptación del mismo.
Afortunadamente, al fin triunfó la justicia ya que el microbiólogo británico Milton Wainbright, investigó sobre el descubrimiento de la estreptomicina y probó quien la había encontrado realmente, lo cual dio pie a Schatz a publicar el libro “La verdadera historia del descubrimiento de estreptomicina”.
Finalmente, en la celebración del cincuenta aniversario del descubrimiento del referido fármaco en el año 1993, le fue concedida la medalla Rutgers por la Universidad del mismo nombre a Albert Schatz que entonces tenía 74 años (Waksman había muerto un año antes).La verdad no se puede ocultar para siempre, el tiempo la hace emerger.
En la imagen, El doctor Albert Schaz en un laboratorio.
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