LA ASPIRINA, REMEDIO PARA LAS CABEZAS DOLIENTES

Publicado en mi muro de Facebook.

 

Hoy les traigo un curioso cumpleaños de algo muy importante para la humanidad doliente. El 6 de marzo de 1899, tal día como hoy, en algún lugar de Alemania, se presentó en el Registro de la Propiedad Industrial el compuesto químico llamado Aspirina.

Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha sufrido el dolor, el cual ha necesitado mitigar para sobrellevar una existencia sin sufrimientos. No encontró otro remedio que buscar entre la naturaleza que le rodeaba, las sustancias que le aliviasen. Subproductos procedentes de las plantas fue el primer recurso que intentaron, por ello probaron la mandrágora, el sauce, la adormidera y el cáñamo. Infusiones de la corteza de sauce fueron desde la noche de los tiempos el mejor remedio contra la fiebre y el dolor, siendo el primer producto antipirético y analgésico conocido. Durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XVIII la infusión de corteza de sauce quedó olvidada como tratamiento curativo y el analgésico tal vez por sus contraindicaciones en el caso de que el que la vaya a tomar padece cualquier tipo de úlcera gástrica y en el caso de menstruación de la mujer. Durante ese largo periodo de tiempo se utilizó una sustancia traída de la India por comerciantes ingleses llamado opio que formó parte de las prescripciones de los médicos contra el dolor que padecían sus pacientes.

En el año de 1763 el reverendo Edward Stone presentó un informe en la Real Sociedad de Medicina Inglesa donde explicaba las propiedades curativas que había descubierto en las infusiones de cortezas de sauce blanco, de nombre científico Salix Alba, que había utilizado en 50 pacientes con fiebre y dolor con un total éxito de curación. Con la llegada del año 1828, los laboratorios alemanes consiguieron sintetizar el principio activo contenido en la corteza de sauce, se llamó Salicilina y tenía el inconveniente de que resultaba muy amargo y los pacientes rehusaban el tratamiento con este compuesto. Pero, para evitar este problema, una década después, los químicos germanos hallaron el ácido salicílico que era mejor tolerado. Después se consiguió sintetizar de la spirea ulmaria, a partir de la Filipendula Ulmaria, una planta medicinal conocida con el nombre de reina de los prados, el ácido spírico, aunque pronto se dieron cuenta que esta nueva sustancia era igual el ácido salicílico, por lo que la nueva investigación resultó redundante.

En el año 1859, En 1859, el químico profesor de las Universidades de Marburgo y Leizpig Adolph Wilhem Hermann Kolbe, consiguió sintetizar el ácido salicílico aparentemente por primera vez porque, un químico francés llamado Charles Frédéric Gerhardt había logrado pocos años antes el mismo ácido salicílico en unos experimentos realizados en 1853 a los que no se le dio importancia, a pesar de que quedaron plasmados en la literatura científica de su época. Sin embargo los experimentos del científico galo fueron utilizados como principio por el científico Felix Hofmann para conseguir sintetizar el ácido acetil-salicilico.

La empresa Bayer era en ese entonces una empresa dedicada a fabricar tintes, y sus químicos consiguieron descubrir la Fenacetina, una sustancia derivad del Paranitrofenol, utilizado en la fabricación de tintes del que se extrajo su primer fármaco contra el dolor, rápidamente contraindicado por atacar al hígado. De otra    sustancia, la acetanilina, utilizada con pacientes con infecciones motivadas por parásitos, su uso resultó sorprendente ya que no libro a los pacientes de sus ocupantes, pero les quitó la fiebre. La formación morfológica de la Acetanilina y el Paranitrofenol semejantes, permitió a Carl Duisberg, supervisor del departamento de patentes de Bayer, dedicarse a investigar hasta conseguir un nuevo antipirético a partir del Paranitrofenol en 1888, consiguiendo un fármaco que se llamó Fenacetina. El éxito de este primer medicamento animó a los Laboratorios Bayer a construir una planta en Elberfeld en Renania del Norte-Westfalia, donde se radicaron noventa químicos para investigar nuevos fármacos. Este grupo estaba formado de dos departamentos, uno al mando de Arthur Eichengrün y otro que tenía a su frente a Heinrich Dreser, con un objetivo concreto de que, los nuevos fármacos que se descubrieran, fueran efectivos para curar las dolencias a que se referían y que fueran aceptadas por los médicos. Lo primero que hizo Eichengrün fue investigar y conseguir una variedad del ácido acetilsalicílico con menos efecto secundarios. Un químico de su equipo llamado Felix Hoffman, le tocaban de cerca los efectos secundarios del ácido salicílico, ya que su padre padecía de reumatismo crónico, por lo cual se tomó mucho interés en su trabajo. El 10 de octubre de 1897, consiguió la síntesis del ácido acetilsalicilico que se comercializó dos años después con el nombre de Aspirina.

En su descubrimiento se basó en los trabajos del químico francés Charles Frédéric Gerhardt, el cual consiguió, como recordaremos, la síntesis acetilada de la Salicina, pero sin la necesaria pureza que si alcanzó Hofmann. No obstante su logro tuvo todavía inconvenientes porque fue rechazado por Dreser del departamento de prueba y medicación por su falta de novedad, pero el jefe del otro departamento Arthur Eichengrün experimentó el nuevo fármaco en él mismo, sin sufrir ninguna alteración cardiaca. Experimentado en pacientes, el nuevo fármaco resultó muy eficaz para el tratamiento de la fiebre, dolores de cabeza y articulares. El fármaco se presentó en el Registro de la Propiedad Industrial el 6 de marzo de 1899.

La Aspirina se extendió por todo el mundo pero, como consecuencia de la Primera Guerra mundial, perdida por Alemania, los Estados Unidos de América se apropiaron de la fórmula y empezaron a fabricar la Aspirina lo que posteriormente dio lugar a una feroz competencia de la que salió perjudicada Alemania. En la segunda mitad del Siglo XX hicieron su aparición otros productos anti dolor, pero ninguno tuvo la eficacia de la Aspirina. La directora del Servicio de Salud Norteamericano llegó a afirmar que una aspirina tomada al día por las personas que habían sufrido un infarto de miocardio, prevenía nuevos ataques coronarios.

En 1971, el que sería Premio Nobel de Medicina en 1982 John Robert Vane, describió el efecto inhibidor de las prostaglandinas por parte de la Aspirina. Los investigadores Smith y Willis en el mis año, demostraron que la Aspirina, bloquea la producción de Tromboxano en las plaquetas del hombre. Sería de agradecer otras investigaciones tan exhaustivas en otros fármacos se le han hecho a la Aspirina, probablemente menores, pero en este caso estaremos chocando con las políticas comerciales de las multinacionales de Farmaindustria.  De todas maneras, Bayer sigue vendiendo su Aspirina y este es un producto registrado en más de 70 países.

 

Manuel Dóniz García

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *