En los últimos tiempos, coincidiendo con el advenimiento del primer centenario de su perpetración, ha surgido en Rusia una gran preocupación por el asesinato de la familia Romanov, la del último Zar, formada por Nicolás II, su esposa la Zarina Alejandra Fiodorovna, sus hijas, Anastasia Tatiana, María Olga, Ana, la pequeña María Nicolayevna y el zarevich heredero Alejo, acontecido en un pueblo de los Urales en los confines de la Rusia Europea llamado Ekaterimburg, cuando estaban bajo la custodia del Ejército Rojo.
En aquellos momentos del principio de la revolución rusa, existían los llamados Ejércitos Blancos, una gran alianza de tropas anticomunistas, partidarias del antiguo régimen que mantenían enfrentamiento con los soviets en el inmenso territorio ruso y, como un grupo disidente de la Legión Checoslovaca se aproximase peligrosamente a Ekaterimburg con el propósito de ocupar la estación de trenes, cabecera de la Línea Transiberiana, los bolcheviques creyeron equivocadamente que venían a rescatar a los Romanov y, lejos de evacuarlos con los demás efectivos, alguien les dio la orden de que se ejecutara la totalidad de la familia real rusa.
Realmente, si los Ejércitos Blancos, opuestos a los bolcheviques, hubieran conseguido liberar al Zar, podría ser que la lucha para el establecimiento de los soviets hubiera sido comprometida, pero el resto de la familia era inocente, por lo que, hacia medianoche, Yakov Yurovsky, responsable de la custodia de familia del Zar, ordenó al Doctor Eugene Bolkin, médico particular de los Romanov que los despertara para que se prepararan, ya que iban a ser trasladados a otro lugar más seguro, dado el caos que reinaría en el pueblo tras la llegada de los Checoslovacos.
La familia real fue llevada a un semisótano de pequeñas dimensiones, la noche del 16 a17 de julio de 1918 y alguien solicitó sillas para poder sentarse. La casa había sido confiscada al comerciante Ipatiev. Se conocía con anterioridad que aquel era un lugar destinado a ejecuciones, porque previamente alguien rompió con herramientas las paredes estucadas de la pequeña habitación de 5 x 6 metros, para evitar que las balas rebotaran e hirieran a los ejecutores. Para engañarlos, se les comunicó que esperaban la llegada del camión que los llevaría a otro lugar pero, al momento, entró un pelotón de la policía secreta y Yukorovsky les leyó en voz alta una breve orden que al parecer le había llegado del Comité Ejecutivo de los Urales:
“Nicolai Aleksandrovich, en vista de que tus parientes continúan con su ataque a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales, ha decidido tu ejecución y la de tu familia”.
El depuesto Zar Nicolás II pidió explicaciones, pero Yurovskyi, inmediatamente, sacó su pistola y empezó a disparar contra el Zar y los agentes le siguieron, tiroteando también a discreción a aquellos infelices y, al observar que algunos todavía respiraban, los fueron rematados a puñaladas. Dos de los agentes se negaron a disparar sobre las mujeres, aunque su cortesía valió para poco.
Para que las detonaciones no se oyeran, se dejó un camión acelerado por fuera de la casa Ipatiev. La prensa nacional no informó del magnicidio hasta principios de 1920 y en ese momento se pensó que sólo Nicolás II había sido ajusticiado, siéndole respetada la vida al resto de la familia, que fue deportada a la ciudad de Perm, pero pronto se conoció el horror de la ejecución de toda la familia Romanov.
Cuando llegó el momento de conocer quien había dado la orden de asesinar a los Romanov, todos pensaron que había sido el dirigente de la URSS, Vladimir I. Lenin por el gran odio que este tenía al Zar Nicolás II por la ejecución de su hermano en el año 1887 y por su deportación a Siberia, sin embargo, siempre se posicionó en contra de la ejecución sumaria, e insistió en un juicio justo para el Zar, dejando al margen el resto de su familia porque era inocente de los actos del padre.
La llegada de 1923 supuso para el Presidente del Consejo de Comisarios soviéticos, Vladimir Ilich Lenin, un agravamiento de su salud que hacía vaticinar un cercano fallecimiento y, sus inmediatos seguidores, LeonTrotski y Josif Stalin, se enzarzaron en una polémica postulándose como sus sucesores. Trotski, era abogado y partidario del socialismo científico y Stalin, sin estudios, era partidario de la acción violenta, razón por la cual Lenin dejó expresado en su testamento al primero como su heredero al frente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con la expresa prohibición de que le sucediera Stalin, pero a la muerte de Lenin el 21 de enero de 1924, Stalin escondió su testamento y se erigió como su sucesor. Después de muchos desencuentros, Stalin deportó a Trotski desterrándolo de su país natal en 1929.
Trotsky no cejó nunca en su lucha contra Stalin desde su destierro y reveló que, tras la muerte de la familia de Nicolás II, Lenin se llevó un gran disgusto y, averiguando de donde partió la orden se enteró que había sido el presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, esto es Josiv Stalin, razón por la cual le eliminó como su heredero.
Tal vez esta y otras revelaciones sobre la personalidad de Stalin produjeron que éste le persiguiera por todos los países donde consiguió asilo, decretando su muerte que aconteció el 21 de agosto de 1940 en ciudad de México, bajo el piolet asesino del español exilado, Ramón Mercader.
La muerte de los Romanov es un desgraciado asunto histórico del cual se sabe quien los ejecutó, las causas y cuáles fueron sus asesinos. La casa Ipatiev fue demolida en tiempos del Secretario General del Partido Comunista Mijail Gorvachov, construyendo en el lugar que ocupaba, una iglesia, llamada precisamente “de la Sangre de Ekaterimburg”, existiendo un proyecto actual de la iglesia ortodoxa rusa, el de canonizar a Nicolás II y su familia como mártires de la Revolución Comunista.
A pesar de estos antecedentes, sobre los que se han vertido ríos de tinta, resulta que ahora, el actual Comité de Instrucción de Rusia decide investigar, cuando han pasado cien años, para determinar si el último zar de Rusia fue ejecutado en el marco de un asesinato ritual por parte de los judíos. Se conoce que el jefe de los asesinos Yakov Yurovsky era judío, uno más de los millones que entonces residían en la URSS.
Se ha celebrado en el centro de Moscú. en el Monasterio Serétenski una conferencia dedicada a debatir sobre la triste suerte de la Familia Real Rusa. La reunión estuvo presidida por monseñor Kirkl, Patriarca de la iglesia Ortodoxa y en ella tomó la palabra el obispo Egoreskí Shevkunov, apodado Tijon, que dirige la comisión encargada de evaluar todos los resultados de los análisis de los presuntos restos de Los Romanov, hallados en una fosa común en las afueras de Ekaterimburg. Tijon, al que muchos consideran el “consejero espiritual” del presidente Putin, afirmó que: “aquel terrible fusilamiento pudo tener un sentido ritual”.
Los datos en los que se basan son en los testimonios de la Guardia Blanca que pudieron huir y conservar su vida, muchos de los cuales escribieron que a la familia real la mataron los judíos, ya que en aquellos años la cúpula de los soviets estaba formada por ellos.
El forense Nicolai Sokolov, que hizo una inspección del lugar donde fueron asesinados los Romanov al año siguiente (1919), y cuenta que halló en el lugar signos cabalísticos, inscripciones y cifras, sin determinar si los habían trazado antes o después del magnicidio. En 1992 y en el exilio, afirmó que había descifrado una de las inscripciones que decía: aquí, por medio de las fuerzas ocultas, el zar fue ofrecido en sacrificio para la destrucción de Rusia, sin publicar el método que le llevó a descifrar esos signos, lo cual pone bajo sospecha su afirmación
Dejando a un lado todos estos juicios e interpretaciones que no tienen contrastación, presunciones y opiniones discutibles y poco fundamentadas a la luz de la Ciencia de la Historia, estos nuevos estados de opinión pueden obedecer en la reciente lucha para erradicar el ISIS de territorio del estado de Siria y la amistad ruso-siria surgida de dichos combates. No cabe duda que las imputaciones por presuntos o ciertos actos de los judíos, a lo largo de la historia por parte de los árabes, ha servido para desacreditar la existencia de Israel como estado. No hay que olvidar que una parte del territorio Sirio, los Altos del Golán, fueron conquistados por Israel durante la Guerra de los Seis Días (1967) y la de Yom Kipur (1973) y retenido hasta el día de la fecha, de lo que se puede derivar que a Siria podría interesarle desacreditar a Israel con datos discutibles aportado por sus aliados los rusos Es la única explicación que se me ocurre para justificar ese intentó de achacar a los israelitas, la muerte del Zar de todas las Rusias, dentro de una parafernalia ritual, obviando a la Historia, que conoce perfectamente los luctuosos sucesos, que sólo tienen la justificación más que contrastada que se ha ofrecido en este artículo.
Manuel Dóniz
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