Recientemente se han cumplido 80 años de la muerte del poeta andaluz más universal, Federico García Lorca. Su muerte, realizada con nocturnidad y alevosía, fue intentada ocultar por sus siniestros asesinos hasta el punto de que todavía no ha aparecido sus restos. No se le mató porque se significara en el bando contrario a los alzados, porque la política no le interesaba, aunque era de ideas progresistas y de condición homosexual, le mataron principalmente las envidias y discordias cercanas a su familia. Su principal asesino que presuntamente se ensañó con su cadáver, el pistolero Antonio Benavides, formaba parte la familia Alba, a la que pertenecía la primera esposa del padre de Federico García Lorca, hijo del segundo matrimonio y enemistados con el por asuntos hereditarios.
Se sabe que el autor de obras tan importantes para la literatura española como “‘Bodas de Sangre” o “La Casa de Bernarda Alba”, asi como un extenso poemario, murió fusilado, en algún lugar cercano a la fuente Grande, junto al barranco de Víznar en Granada.
Días antes de su asesinato, había sido objeto de una fuerte persecución que lo obligó a esconderse en casa de la familia del poeta y amigo falangista Luis Rosales, pero allí le fueron a buscar asesinos movidos por la inquina: Ramón Luis Alonso, ex diputado de la CEDA, Juan Luis Trescastro y el falangista Federico Martin Lago que habían sido enviados por el gobernador civil de Granada Valdés Guzmán, la tarde del 16 de agosto, siendo detenido y recluido en el Gobierno Civil. Horas después fue conducido a la sierra de Alfacar y fusilado el 19 de agosto de 1936 junto a los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Ascoyas y el maestro Dióscoro Galindo, todos de ideología republicana. El pelotón de fusilamiento estuvo integrado por el nombrado Antonio Benavides Benavides, por el soldado Mariano Asenjo Moreno y por los falangistas al mando del capitán José María Nestares, Salvador Varo Leyva, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco y Antonio Hernández Martín.
Su amigo, el compositor Manuel de Falla, intentó interceder por la vida del poeta y dramaturgo español. Acudió al Gobierno Civil pero allí, solo pudo ser informado del fatal desenlace. Desde entonces, la confusión rodea la muerte de Lorca. El mundo de habla hispana y la prensa internacional mostraron su consternación por el magnicidio cometido por la barbarie fascista. Sus asesinos han sido identificados plenamente, aunque se sospecha de varios. Su cadáver jamás ha sido encontrado, lo cual ha impedido esclarecer total y fidedignamente el crimen por medio de la forensia científica. Se conoce quiénes fueron los prisioneros que abrieron la fosa y los que vertieron luego la tierra sobre los ejecutados: el catedrático Joaquín García, Francisco Rubio y Yoldi Bereu.
La figura de Federico García Lorca es universal y su recuerdo perdurará a través de los siglos. Para todos los que tuvieron que ver con su muerte, nuestro horror y condena y para ti, Federico, que me has deleitado con tus poemas desde mi tierna infancia, mi inmarcesible recuerdo y mi ferviente deseo de que descanses en paz.
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