EL ACCIDENTE DE AVIACIÓN MÁS GRANDE DE LA HISTORIA

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Tal día como hoy, Domingo 27 de marzo de 1977, día de intensa niebla sobre la pista principal del aeropuerto de Los Rodeos, Tenerife, dos aviones impactaron durante el despegue de uno de ellos y protagonizaron el accidente aéreo más letal de todos los tiempos con el resultado de 583 muertos. Las investigaciones posteriores señalaron la fatal coincidencia de varios factores negativos, los que coadyuvaron a la tragedia.

El avión de la aerolínea holandesa KLM  llevaba 234 pasajeros y 14 tripulantes mientras que, el de la compañía estadounidense PanAm  portaba a 380 pasajeros y 16 tripulantes. Ambos aparatos eran Boeing 747 Jumbo, el modelo civil más grande la aviación en aquel momento. Por lo tanto, fue un choque entre dos gigantes, que transportaban 644 pasajeros y miles de litros de combustible. Sin ir más lejos, el avión de la KLM había llenado sus tanques con  55.000 litros en el mismo aeropuerto tinerfeño, poco antes de iniciar las maniobras de despegue

El destino originario de los dos aviones era Gando, en la isla de Gran Canaria, pero la explosión de una bomba de la organización independentista MPAIAC en una floristería de la terminal de Las Palmas, causó el cierre del aeropuerto durante unas horas. Por ello, todos los vuelos fueron desviados a Los Rodeos, un aeropuerto entonces pequeño y estrecho. El repentino aumento del tráfico aéreo lo situó al borde de su capacidad operativa. El colapso por aeronaves en la pista, obligó a los dos Boeing a dirigirse a la posición de despegue por la pista principal, este era un procedimiento excepcional-. Primero el de la KLM, detrás, a unos centenares de metros, el de la PanAm, que debía abandonarla para despegar  por la pista auxiliar.

Ese día, la niebla era especialmente espesa, con capas de nubes pegadas al suelo y arrastradas por el viento, que dificultaban la visibilidad. Para colmo de males, el aeropuerto carecía de un radar de tierra.

Desde que el aeropuerto de Las Palmas volvió a estar operativo, los dos aviones se apresuraron a iniciar las operaciones de salida ante el temor de un empeoramiento del tiempo.

El comandante holandés del 747, un piloto con experiencia, estaba cerca de superar el límite máximo de sus horas de vuelo. Si no despegaba en un plazo relativamente corto de tiempo, tendría que suspender el vuelo a Las Palmas, perjudicando a los turistas que llevaba, de su misma nacionalidad. Las conexiones radiofónicas de los aviones con la torre de control fueron defectuosas porque los dos aviones compartían la misma frecuencia, por ello, las conversaciones con uno y otro se solapaban, produciendo las emisiones pitidos desagradables e interferencias en los momentos fundamentales de los movimientos de despegue de ambos aviones.

El avión holandés inició la carrera de despegue sin haber recibido el OK, el comandante creyó haberlo recibido cuando en realidad el controlador le había dicho “OK, espere para despegar, le llamaré”. Las grabaciones también revelaron que debían haber escuchado la conversación en la que la tripulación del Panam comunicaba que todavía estaban en la pista, de hecho, el ingeniero de vuelo de la KLM le preguntó a su comandante si la pista estaba despejada; éste siguió adelante con el despegue.

Por su parte, el avión de la PanAm también tenía dudas sobre que salida utilizar para dejar la pista principal. Las ordenes de la torre indicaron la tercera pero el piloto entendió que se refería a la tercera en servicio –la primera estaba inutilizada.

El resultado de las instrucciones  confusas, imprecisas y mal entendidas entre la torre y los aviones produjo el fatal desenlace. El Jumbo de la KLM avanzó a plena potencia por la pista mientras el de la Panam se desplazaba en sentido inverso, buscando lentamente la salida hacia la pista de rodadura. Solo unos segundos antes del choque, debido a que las nubes, permitieron el contacto visual. Demasiado tarde. El comandante holandés intentó levantar la nave, el morro y las ruedas delanteras sobrevolaron el Panam, que había girado hacia la izquierda en un último intento por escapar, pero un ala colisionó contra el avión estadounidense originando la catástrofe.

Las investigaciones exhaustivas sobre las responsabilidades de este tremendo accidente, exoneraron a la torre de control del aeropuerto tinerfeño de toda responsabilidad y se ha llegado a la conclusión de que realmente, este desgraciado accidente sobrevino por un cúmulo de circunstancias negativas. Se ha intentado echar la culpa de esta desgracia al MPIAC por poner la bomba en la terminal del aeropuerto, pero, dejando a un lado la responsabilidad de este partido independentista, los verdaderos causahabientes, a mi juicio, fueron los responsables de ordenar el cierre de Gando, un aeropuerto internacional, por un hecho que ocurrió en un lugar concreto de la terminal de pasajeros, desviando todo el tráfico aéreo por el de los Rodeos, a sabiendas de que éste era entonces, un aeropuerto de menor categoría y equipamiento.

Recuerdo con horror el momento en que ocurrió este hecho. Tenía 24 años y, aquel domingo estaba en el cine Aguere con mi novia, viendo una película. De pronto se paró la proyección y una voz dijo por megafonía: “Se ha producido una emergencia, todo el personal sanitario debe dirigirse a sus hospitales”. El panorama al salir del cine era aterrador, cientos de ambulancias con sus sirenas a toda potencia, se dirigían a Los Rodeos por la autovía y por la carretera de San Benito. Los guardias municipales tenían paralizado el tráfico para dejar expeditas las vías a las ambulancias y luego, nos enteramos con estupor de lo que había ocurrido, enterándonos de todos los macabros detalles. Desde luego, esta fecha de la que hoy se cumple su 39 aniversario, fue un terrible episodio que puso el nombre de nuestra isla en toda la prensa internacional porque se había producido el más sangriento accidente de la historia internacional de la aviación por ello, acordémonos hoy de aquellas almas que, aquel aciago día, iniciaron el camino del más allá. Descansen en paz.