Publicado en la Revista TRENERIFEWEEK.
Una vez que la única afectada por el Ébola en Europa, Tresa Romero felizmente se ha recuperado de la enfermedad, es conveniente hacer unas reflexiones acerca de esta extraña y virulenta dolencia: El Ébola ha irrumpido en África como hace 33 años lo hizo el Sida, con semejante morbilidad, aunque esta última patología todavía es más contagiosa. Como hasta ahora sólo afectaba a ciertos territorios y la infección parecía controlada y no tenía tanto interés público pero, como en los últimos tiempos, el virus que produce la enfermedad ha sobrepasado las regiones donde la infección era una pandemia, alcanzando las zonas económicamente más pudientes del continente africano, como ha sido Liberia y Nigeria, contagiando a personas occidentales y haciendo saltar la patología a Europa, lo que ha hecho disparar las alarmas internacionales y muchos nos hacemos esta pregunta, por ahora sin respuesta convincente. ¿Porque estas enfermedades antes no conocidas aparecen primero en zonas concretas de extrema pobreza (la enfermedad se llama así porque apareció en el río Ebola en la República Democrática del Congo) y luego se expanden al resto de las naciones?. Este padecimiento ha sido catalogado por los expertos sanitarios mundiales como “agente de bioseguridad nivel 4 y está considerado como arma de bioterrorismo para uso en guerras biológicas”. Esta realidad, ha provocado estas otras dos cuestiones que tenemos que dejar en el aire por razones obvias: ¿Tiene esto algo que ver con los laboratorios norteamericanos militares encargados del programa de armas biológicas? ¿Se han hecho pruebas con armas biológicas de destrucción masiva en zonas pobres de África?
Con respecto al Ébola, aunque a priori pudiera pensarse que si, sólo se puede hablar de conjeturas ya que no hay nada confirmado, pero muchos científicos investigando su prevención y curación, se han visto sorprendidos por las noticias dadas por la cadena CNN que decían que, las autoridades estadounidenses ya ofrecían un tratamiento, no probado en humanos, para curar la infección. Esta anticipación resulta un tanto sospechosa, como si ellos conocieran perfectamente la enfermedad y ya tuvieran avanzado un tratamiento para su cura. Además, han comunicado que la prescripción ya se le estaba administrando al Dr Kent Bantly, facultativo norteamericano contagiado de Ébola en África y que su curación era casi milagrosa. También se supo que la empresa creadora del tratamiento había sido la firma Mapp Biopharmaceutical, cuyos científicos también trabajan para el ejército estadounidense y de cuyas actividades se conoce que han estado manipulando el virus de esta enfermedad, inoculándoselo a monos. Hoy se sabe que, a partir del año 1945, el presidente Truman mandó reclutar a los principales científicos nazis, con amplias experiencias en ensayos realizados en campos de exterminio de Hitler para que trabajaran en los laboratorios militares norteamericanos, en la creación de armas biológicas. Se sospecha que podrían haber experimentado con ellas en lugares determinados de la superficie terrestre en el periodo que fue de 1945 a 1991, durante la llamada “Guerra Fría”. Entonces, estos ensayos podrían tener cierta justificación, pero ahora, tras la caída de la URSS, presumiblemente podrían estarse realizando con sola justificación de vender luego sus tratamientos, por ello, la pregunta que nos atormenta es saber si realmente podemos vivir tranquilos sobre la Tierra, mientras que alguien se dedica a investigaciones tan perversas. Se acompaña ilustración del río Ébola en la república democrática del Congo, en cuya cuenca apareció esta enfermedad por vez primera.
Manuel Dóniz García
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