IMPORTANTE EFEMÉRIDE PARA LA MEDICINA, LA INVENCIÓN DE LA ANESTESIA
El 16 de octubre de 1846, a las 10 de la mañana, en la ciudad de Boston, el médico del Hospital General de Massachusetts, profesor John Collins Warren se disponía a intervenir quirúrgicamente al paciente Gilbert Abbots, para extirparle un tumor superficial congénito bajo el maxilar inferior, situado en el lado izquierdo de su cuello. Esta intervención, realizada ante todos sus alumnos, tenía la finalidad de que un cirujano maxilar de nombre Williams Thomas Green Morton, experimentara en cirugía un anestésico que había inventado y que utilizaba con éxito en su consulta para insensibilizar a sus pacientes con patologías dentales, llamado éter etílico. El profesor Warren era reacio a esos modernos sistemas de sedación puesto que, dos años antes, había asistido al infructuoso intento de dormir a una persona por parte del dentista Horace Wells con gas hilarante (oxido de nitrógeno). Este fracaso lo convirtió en un gran escéptico en la materia, pero accedió a la prueba en aras del progreso de la Medicina.
La praxis utilizada hasta el momento para intervenir a los pacientes era dolorosísima, ya que los ayudantes del cirujano se limitaban a inmovilizarlos por medios físicos a la mesa de operaciones. Otros sistemas que hemos visto en las películas del Oeste era emborrachar al infeliz que tenía que someterse a la acción de uno de aquellos sacamuelas o propinarle un fuerte golpe en la cabeza para que perdiera la consciencia. Ciertamente, cuando el paciente, sometido a terribles dolores, se desmayaba, facilitaba el trabajo del cirujano.
Aquella mañana había gran expectación en el quirófano del Hospital de Massachusetts, ya que el periódico local, el Boston Daily Journal, se había hecho eco del eficaz sistema anestésico del cirujano maxilar Williams Morton en las extracciones odontológicas. Se ignoraba si éste podría ser de utilidad en otras intervenciones más complicadas.
Para demostrar la eficacia de su método, el doctor Morton presentó una ampolla de cristal, a manera de inhalador, con una mascarilla en un extremo, que aplicó a la nariz-boca del paciente e hizo circular por ella el gas para que lo respirara durante un lapso de tiempo y, aunque éste mostró al inicio cierto estado de excitación, se durmió profundamente de inmediato y el profesor Warren le intervino en pocos minutos sin que mostrara signos de dolor. Cuando se pasaron los efectos del éter, Abbots despertó manifestando no haberse dado cuenta de lo que había ocurrido.
El aplauso de todos los asistentes en la sala, celebró el nacimiento de la moderna anestesiología, que luego evolucionó a partir de la invención de Morton hasta nuestros días, posibilitando la cirugía y el control del dolor.
A menudo debemos acordarnos de los que, con esfuerzo y estudio personal, han conseguido mejoras en el tratamiento de las patologías a través del tiempo. Este es el mejor homenaje que podemos rendirles.
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