Ladislao Biro nació en Budapest, el 29 de septiembre del año 1899, celebrándose ayer el 117 aniversario de su nacimiento. En su juventud comenzó a dedicarse profesionalmente al periodismo, y pronto se dio cuenta de que la pluma estilográfica era ineficaz para tomar notas rápidas, por lo que Biro, hombre inteligente, decidió crear un novedoso sistema de escritura, que se le ocurrió al observar la marca de agua que dejaba una pelota sobre el pavimento al ser golpeada por unos niños que jugaban con ella. De esta manera pensó que la solución de la escritura pasaba por una pluma especial, con una pequeña bolita, que transmitiera la tinta al papel sin que la pluma emborronara o se atascara fácilmente.
En el año 1938 patentó el primer prototipo en Europa. Ese mismo año en Yugoslavia conoce al ex presidente argentino Agustín Justo, quien quedó fascinado al ver el invento de Biro. Éste le comentó que quería emigrar por temor a la guerra que se avecinaba, y el político argentino le dio soluciones para ello Dos años después, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Biro, su socio y su hermano emigraron a la Argentina. Al poco tiempo lo harían también su hija y esposa.
Arribados al País del Plata, crearon la empresa Biro Meyne, que empezaron a comercializar su invento. En 1943 obtuvieron una nueva patente local en la ciudad de Buenos Aires. La primera pluma que escribía mediante una bolita, se llamaría Birome, término que conjugaba los dos apellidos, el de Biro y el de su socio Meyne. Poco tiempo después lo fabricó la firma francesa Societé Bic, que universalizó el nombre “bolígrafo” y se universalizó su fabricación en todo el mundo bajo esa nomenclatura.
Falleció en Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1985, a los 86 años de edad.
En justicia, lo dicho hasta ahora debería bastar para que nos acordáramos de Biro cada vez que nos aprovechemos de su invento, escribiendo con un bolígrafo.
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